¿Cómo la lactancia materna se adapta a ti y a tu bebé?

Todos sabemos que la lactancia materna es increíble. Nutre perfectamente a los bebés y apoya su sistema inmune, pero también es multidimensional y siempre cambiante, ya que se adapta a la edad del bebé y a sus necesidades nutricionales, evolucionando en cada toma.

Aquí hay más información sobre el proceso dinámico de la adaptabilidad de la leche materna y cómo cambia para satisfacer las necesidades de tu bebé.

A partir del nacimiento, ¿cómo cambia la leche materna?

La primera leche que se produce para los bebés es el calostro. Normalmente se le conoce como “oro líquido” y está llena de anticuerpos para fortalecer el sistema inmune de los bebés y ayudarlos a combatir distintas infecciones. También es rica en vitaminas A y D, que apoyan también al sistema inmune.

El calostro normalmente es espeso, pegajoso y amarillento, incluso de color amarillo oscuro. Después de algunos días, el calostro se transforma en leche de transición, la cual tiene un color más blanco. La leche de transición contiene más grasas y calorías de acuerdo a las necesidades de los bebés.

Después de aproximadamente dos semanas, la leche madura y se adapta a las nuevas necesidades para el crecimiento del bebé. Está compuesta de aproximadamente 90% agua para mantener a los pequeños hidratados, una mezcla de proteínas, grasas y carbohidratos. Su alta densidad energética permanece relativamente constante durante todo el periodo de lactancia.

Mamá alimentando a su bebé.

Bebés prematuros

La leche para los bebés prematuros tiende a contener más grasas y proteínas que la que se genera para bebés nacidos a término. Esto se debe a que los bebés prematuros necesitan un extra de nutrición para apoyar su crecimiento e inmunidad.

Cambios del día a la noche

Cada vez que alimentas a tu bebé, la composición de la leche cambia. La primera leche de una sesión de lactancia está llena de todos los carbohidratos, proteínas y vitaminas que un bebé en desarrollo necesita. También contiene una gran cantidad de agua, lo que protege a los bebés de deshidratación.

La leche posterior, producida al final de una sesión de lactancia, es más espesa y de color más oscuro. Esto sucede porque la energía y grasas aumentan conforme el tiempo de alimentación, permitiendo a los bebés sentirse satisfechos por más tiempo entre tomas.

Los niveles de hormonas en la leche materna cambian significativamente de la noche a la mañana. Durante el día, el cortisol, que promueve el estado de alerta, es tres veces más alto que en la noche. En las tomas nocturnas, la leche es alta en melatonina, la cual induce el sueño y no está presente en las tomas matutinas.

Cuando hay enfermedades

Sorprendentemente, la composición de tu leche cambia cuando tu bebé presenta alguna enfermedad. Los niveles de células que aumentan la inmunidad, llamadas leucocitos, en tu leche aumentan rápidamente para asistir a tu pequeño/a.

Si estás expuesta a una infección, tu cuerpo crea anticuerpos para combatirla, y éstos se transfieren a tu bebé a través de la leche materna. Si estás enferma, no solo es seguro amamantar, sino que también es bueno para tu bebé, ya que a través de la leche puedes darle los anticuerpos que necesita para mantenerse protegido de bacterias o virus.

Diferente para niñas y niños

La leche materna es tan dinámica que incluso cambia dependiendo si tu bebé es niño o niña. La leche producida por mamás de niños tiende a tener más grasas y proteínas, mientras que para las niñas contiene mayores niveles de calcio

Color y sabor de la leche materna

Usualmente la leche tiene un color blanco, amarillo e incluso azulado, pero también puede tomar tonos naranjas, rosas, verdes o cafés, usualmente en respuesta a algo que hayas comido o bebido, como remolacha o bastantes vegetales verdes.

Si notas que tu leche tiene un color rojo u oxidado, puede ser que tus pezones estén agrietados. Esto no representa un problema para tu bebé, pero si esto persiste o si tu bebé rechaza el alimento, es mejor que acudas con un profesional de la salud.

El sabor de tu leche también puede cambiar de dulce (gracias al azúcar de la lactosa) a un sabor más fuerte. Alimentos como el picante, ajo y salsa de soya pueden cambiar el sabor de tu leche, pero es algo que no molestará a tu bebé ya que es muy probable que se haya acostumbrado a estos sabores durante su gestación.

Otros factores que pueden influenciar el sabor de tu leche incluyen el tabaco, alcohol, hormonas y ejercicio.

Tu leche es única

La composición de la leche materna está determinada por distintos factores, incluyendo el tipo de nacimiento, tu dieta, la genética, el sexo de tu bebé, el método de alimentación (lactancia materna exclusiva o combinada con fórmula) e influencias ambientales.

Es importante que sigas un estilo de vida saludable (sin alcohol ni tabaco) y que sigas una dieta balanceada para promover la concentración de vitaminas y minerales como la vitamina A, D, E, selenio y hierro. Independientemente de tu dieta, la cantidad de lactosa, grasas y proteínas en tu leche permanecerán relativamente estables.

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